Tras muchos años de práctica e investigación de las herramientas del yoga, de forma orgánica y natural llegué al Canto Védico. Desde mi experiencia, sólo puedo decir que el canto védico es la herramienta más potente de autoconocimiento y de sanación que conozco.
El canto te abre como una flor, lenta e inexorablemente, hasta tu propio florecer.
El canto te permite brotar y que emerja de tu interior tu propia y única naturaleza.
Para algunos, es la forma suprema de svādhyāya (autoindagación). Cantar sana de forma definitiva.
El canto védico, además, implica la pronunciación de sonidos sagrados, escuchados por los ṛṣi en sus revelaciones. Son los verdaderos sonidos que producen los fenómenos internos y externos del mundo manifestado e inmanifestado. Y esos sonidos crean los nombres. Y los nombres, al generar conceptos, son el lenguaje por el que conocemos. De modo que cantando, conocemos, porque vamos al origen del objeto.
Al cantar nos convertimos en aquello que cantamos, los Veda, los Upaniṣad-s, los mantra-s… y sucede un conocimiento directo porque está en ti, aquello que cantas eres tú.
La correcta pronunciación es esencial para conectar con el nivel vibratorio de cada sonido, cuya emisión despierta una cualidad en el que los pronuncia y en en el que los escucha. Por eso, desde su origen hasta hoy, la transmisión es oral de maestro a alumno y así mantienen su pureza.
Por la magnitud de su potencia, el canto védico sólo puede ser cantado con la lengua sánscrita: la lengua pura, sin mácula, la lengua de los dioses. De modo que aprender canto védico implica también aprender sánscrito y facilita la comprensión de los textos de referencia de la filosofía de la India.
Āvāhanam mantraḥ
Ārogya mantraḥ
Nārāyaṇa Upaniṣad